sábado, 24 de mayo de 2008

Road to Joy

Si alguna vez consigo llegar a escribir algo, y no me refiero a libros sino a, digamos, el guión de un documental o alguna otra historia para ser plasmada en imágenes, lo único que tengo más o menos claro es que los héroes de dichas historias van a tener un perfil bastante determinado.

Paso a recordar la historia que me contó Luismi sobre un amigo suyo que decidió (por no entrar en detalles) dejar de escuchar determinada música porque le resultaba doloroso y había decidido apartar el dolor de su vida, así de sencillo.



Que sí, que no es tan sencillo apartar lo que duele de las vidas de cada uno pero no podría ser más fácil tomar la decisión de hacerlo.

A este respecto animo al lector a que haga un ejercicio de recolocación posicional, a saber, que tu novio te ha dejado, que se metían contigo porque eras gordo, o que la suerte no te sonríe todo lo que querrías en general. Si te sientes una víctima es porque quieres estar en esa posición. Lo cierto es que siempre queda la opción de revolverse contra las circunstancias y darle una patada en las bolas. La mala suerte existe, es innegable, pero las decisiones sobre nuestra vida las tomamos cada uno de nosotros. Así que lo suyo es dejar de lloriquear y tomar los caminos óptimos. Y, por favor, dejar de culpar a los demás o al mundo, así en abstracto, de lo maaaaaal que nos va.

(¿Están poniendo Mary Poppins?)



Tampoco pasa nada por estar triste o por tener nostalgia. Son estados por los que tenemos que pasar. Algunas veces son estados inspiradores incluso.

Uno de mis "héroes" (entrecomillado) en esta vida es pues Sam Bean, el barbudo artista mayormente conocido como Iron & Wine. Su música no es precisamente un vive la vida loca pero es el vivo ejemplo de cómo convertir los sentimientos de vacío, tristeza y melancolía en un productivo ejemplo de comunicación con los que estamos ahí fuera. Escuchar esa preciosa voz saliendo de entre tanto pelo, barnizada de sosiego y perspectiva, a mí al menos, me produce un efecto bálsamo que me hace venirme arriba, si bien es cierto que yo ya hice lo del recolocamiento posicional. También Luismi (lo siento, pero es con quien más hablo, si quereis salir decidme cosas que pueda comentar, leñes), me ha dicho alguna vez que empeñarte y convencerte de que todo está bien a toda costa es contraproducente porque caes en la negación que es otra forma de no avanzar. Le hago caso porque es psicólogo y porque creo que es verdad.



(¡Hey! ¡Estoy escuchando una canción de Joanna Newsom que me gusta! Y es la segunda del día, pero las dos son de EP autoproducido del 2002 que se llama Yarn and Glue, en fin, la canción en cuestión es "The sprout and the bean")




Pues nada, eso. Escuchen mucho a Sean Beam y disfruten como siempre del jovencito que se autodenomina Bright Eyes y que ha tenido la amabilidad de dar título a esta entrada del blog (entrevista incluida):

3 comentarios:

-merrick- dijo...

Este tipo tiene mucho mucho talento, pero es un niñato de mucho cuidado. Tiene mucho talento porque grabó el disco ese tan bonito. Es un niñato porque en el concierto sólo toco una canción de dicho disco y el resto se la pasó jugando con su flequillo.

Pero vamos, por lo demás bien.

Luismi

marta dijo...

No te digo yo que no sea un niñato, que lo es seguro, pero yo preferiría ser más niñata y (aún) más cretina a cambio de tener un talento capaz de echar a rodar al mundo algo hecho por mí y que fuera la mitad de conmovedor que ese disco...

ay...

Pacho dijo...

Connor oberst es un genio..
no hay mas.. ami me encanta
he llegado asta aqui gracias a google...